2015 ya. ¡¡¡Cómo pasa el tiempo!!!

Ha llovido bastante desde que empecé este blog y con el tiempo que he estado en silencio hasta ha tenido tiempo de nevar varias veces.

gotas_lluvia

Para quienes os tomáis la molestia de visitar este blog al encontrar el enlace en alguno de mis perfiles en redes os contaré que he asumido, de pleno derecho, la máxima de «en casa de herrero, cuchillo de palo» y, aunque me paso el día conversando por ahí por cuenta ajena, hacía mucho tiempo que no me asomaba por aquí.

Os resumo este tiempo brevemente:

-Más de tres años felizmente trabajando en Ondho

Conversando a diario de temas relacionados con la gastronomía, con artilugios que usamos cotidianamente en nuestros hogares y otras lindeces, intentando tratar a los clientes de las marcas que represento de la misma forma en que me gustaría que me trataran, o sea, bien.

Aprendiendo o, al menos, intentándolo, en qué diablos consiste esto del Community managament, el Social media, el branding, el engagement y otras hierbas.

-Usando distintas redes sociales por exigencias del guión y, en algunos casos, disfrutando de ellas por afición. Añorando dedicarle un poco más de tiempo a Twitter y sumando clics en el móvil para luego difundir en Instagram. Siempre, buscando alguna que otra sonrisa de vez en cuando, que buena falta hacen.

Y así día a día. Y vuelta a empezar.

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Twitter forever (for the time being)

Me declaro rendida a los pies (garras, patas…) de Twitter. ¿Os lo había dicho antes? Si es así, lo ratifico una vez más. Twitter es mucho más que 140 caracteres y la diferencia no la marcan las palabras sino las personas.

Hace unos días (6 de octubre) Nacho de la Fuente @nafuente tuiteaba: “La calidad de tu Twitter la marcas tú con las personas que eliges seguir. Twitter es el contenedor, no el contenido”. Luego me sorprendió la enorme distancia que había entre quienes le seguían y a quienes seguía. Pero eso será una reflexión para otro día.

Ahora, el único propósito de esta entrada (post para los de la LOGSE) es agradecer a Twitter (TW en adelante), a las personas que en él cobran vida cada día, lo que ha significado para mi esté trepidante canal. En primer lugar, especialmente después de haberme suicidado (ver entrada anterior), mi gratitud a Juan Carlos Ramos @jucarrama, porque un RT suyo me abrió las puertas a una oferta de trabajo que se ha transformado ya en un nuevo y apasionante reto profesional desde este 6 de noviembre.

Pero vamos al principio. Gratitud, en primer lugar, a Faustí Padilla @Fausti_P, por haberse puesto pesado hasta la saciedad, es decir, hasta lograr que abriera mi cuenta de TW a principios de marzo pasado, lo que ha propiciado una rápida inmersión en redes sociales, con formación añadida, para dar el salto del periodismo analógico y tradicional a este nuevo 2.0

Gratitud muy especial a Karma Peiró @Kpeiro, colega de profesión que no conozco personalmente pero a quien sigo y me sigue desde el principio, con una notable trayectoria de éxitos, cuyo DM me dio ánimos para perseverar en la aventura 2.0 que comenzaba, mostrándome, al mismo tiempo, que detrás de profesionales que son un referente a veces también hay personas.

Gratitud para @JoseanVera, @j_hdeza, @doloresvela, @FGrau, @RArauzo, @RafaOsuna… y un largo y no menos relevante etcétera, de quienes he aprendido con sus tuits y, sobre todo, con sus interesantísimos enlaces que, a su vez, me han ayudado a descubrir a más personas interesantes a las que seguir.

Gratitud para @EduardoPradanos por descubrirme la TV Social y el Transmedia (ahora ya hay programas de TV que no puedo ver sin comentarlo en las redes porque ya no me divierto), por ser una persona encantadora detrás de cada tuit o DM y ser un referente por derecho, sin pretender ser gurú.

Gratitud a Eva Torres @taxieva porque conduciendo un taxi se puede hacer un excelente branding y, también, personal branding, poniendo en evidencia comparativa a quienes presumen más que tienen.

Gratitud a @miguelamiguelez por hacerme esperar cada día sus fotos y mostrar la cara más humana de las redes, contagiando su pasión por la tierra y sus gentes, aunque tú provengas (de) o estés en otro lugar.

Gratitud también para @Fjbanyos, @jtoledohoz, @checeres, @JQperiodista, @debexpert… por convertir TW en un lugar agradable para conversar.

Y gratitud a todos los que sigo y me siguen porque todos y cada uno de ellos me aportan algo cada día (o cada vez que me puedo asomar por TW). Quizá, a partir de ahora, con esta nueva etapa profesional que empiezo en @Ondho, no tenga tanto tiempo para asomarme a mi TL, porque tenga que hacerlo desde otros frentes, pero todos y cada uno de ellos, mejor dicho, todos y cada uno de vosotros sois un referente del que seguir aprendiendo. Y en eso estamos. Nos seguimos leyendo. Twitter for ever.

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Crónica de un suicidio anunciado

Me voy a suicidar. Profesionalmente. Al fin y al cabo, ya estoy muerta. Profesionalmente. Hoy cumplo 54 años. Personalmente. En lo profesional, casi 30 de cotización, otros tantos de experiencia y aprendizaje y bla, bla, bla.

Empiezo a pensar que hay más periodistas en paro que trabajando. Y que no hay puestos de trabajo suficientes para los que están, para los que vendrán y ni siquiera para los que estaban. No hay puestos de trabajo.

Entonces, ¿qué puedo hacer? ¿Jubilarme y vivir del aire? ¿Buscarme un marido rico? (mejor me quedo con el que tengo) ¿Reinventarme? Lo he intentado. Ahora soy más digital que analógica o, incluso, me atrevería a afirmar que soy ambidiestra. Pero, claro, se me ocurrió pensar en redes sociales y, justo en estos momentos, he visto como proliferan los community managers hasta debajo de las piedras. Encima son más jóvenes, y hasta parece que están mejor preparados.

Así las cosas, ¿qué me queda? Si esto fuera un guión de película diría con voz profunda: “mi dignidad”. Bueno, la sigo conservando intacta pero… no me da de comer. Y ¿…? El suicidio. Ya he entregado mi primer currículo para dependienta. Para periodista/ comunicadora ni me contestan (¡con las ganas que tenía yo de ampliarles todos los detalles que no me caben en el folio de rigor!). Luego probaré con cajera para supermercado (eso sí, me preocupa un poco lo de andar moviendo cajas, por aquello de que una ya no es una niña, pero habrá que arremangarse). Y lo que haga falta.

Entretanto, sigo albergando sueños. Y proyectos. Aunque no me den de comer. Eso no me lo quita nadie. Pero, bueno, eso será otro día. Ahora toca lo dicho. Voy a suicidarme. Profesionalmente.

“Se ofrece señora de 54 años, buena presencia, don de gentes, culta y educada…”

Uff, ¡un momento! ¿No serán así los anuncios de las páginas de contactos? Espero que no, para que no haya confusiones. Claro que entre que el trabajo (su ausencia) te de por c___ y que te j____, tampoco debe haber tanta diferencia. Pruf, praf, brurrum… Vale, vale, tacho lo de culta y educada. ¿Qué tal si lo dejamos en:

“Señora de 54 años se ofrece para trabajar. Con ganas”.

Últimas voluntades (con vuestro permiso)

-Dejo el portátil nuevo que me tenía que comprar porque ya me hacía falta… en la tienda

-El android, lo pongo en modo off (para que no gaste) y se lo dejo a mis chicos para que lo usen en caso de emergencia (si se les estropea el suyo)

-La cuenta de LinkedIn… ¿qué hago ahora con mi perfil? ¿Lo dejo en blanco y que se vaya llenando a golpe de futuro?

-Facebook, de momento, no lo daré de baja. ¡Son tantas las cuentas abiertas que no se usan que no creo que se note una más! Y siempre me podré consolar en momentos de nostalgia viendo algunos de los trabajos que he hecho.

-Twitter… Twitter. ¡Cómo me va a doler! ¡Le he cogido tanto cariño! Pero, ¿con qué cara me presento ante mis followers, todos ellos periodistas, cm, expertos en sm, marketing… y demás? ¿Qué les cuento? ¿De qué hablo con ellos ahora?… No sé, creo que esto tendré que pensarlo un poquito más. Y quizá necesite alguna terapia para poder dejarlo. En fin, ya se verá.

-Del blog, de los blogs, de momento no os digo nada. Todavía no me quería desprender de ellos. Forman parte de los sueños. Y de los proyectos. Alguno ya está en marcha. Poco a poco, porque esto de no tener trabajo te quita mucho tiempo. Y otro está a punto de ponerse en marcha. Pero como pretende ser algo realmente serio, de calidad, con contenido y, sobre todo, que resulte útil, todavía necesita unas cuantas horas más de dedicación antes de ver la luz.

-Bueno, si me olvido de algo, disponed vosotros mismos como mejor os parezca.

Me ha encantado compartir este tiempo con vosotros. Os quiero. Os echaré de menos (supongo, como nunca me he suicidado antes, no sé lo que pasa después).

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Marca personal, marca… Pequeñas lecciones magistrales

En plena temporada de #turismorurallowcost (vaya, de vacaciones en casa de la abuela que, además, en este caso es mi madre), me acabo de llevar unas lecciones de marca/ marca personal de lo más enriquecedoras.

Lección 1 

Paseando por un camino que conduce a una pequeña aldea, coincido en el camino con un lugareño, viejo conocido de la familia. Después de los saludos de rigor, le comento que nos dirigimos a unos metros más adelante donde hay un «árbol muy grande» para hacer unas fotos. Extrañado me dice: «¿árbol? Por aquí no hay ningún árbol grande». Intento explicarle, ayudándome de los gestos (una es muy expresiva), que es un árbol enorme que casi se divisa desde allí. Entonces, se detiene un momento y afirma: «¡ah! un castaño, no un árbol, un castaño».

Este, en concreto.

Lección 2

Seguimos con el mismo lugareño. Y con mi contrastada ignorancia rural (a pesar de la práctica reiterada, año tras año). Seguimos con nuestra conversación y, muy cortesmente, le digo: «¿Qué, a pasear las cabras para que coman un poco? ¡Qué bonita esa blanca y negra!». Otra vez el lugareño me mira con extrañeza y, con paciencia infinita, añade: «Eso no es una cabra, es el macho». Debo reconocer que, ni por lo más remoto, se me había ocurrido mirar los atributos del animal, más bien me había quedado embelesada con su atrevido peinado (cresta en todo el lomo hacia arriba) y su vistoso colorido (en personal versión de blanco y negro).

Aquí  está el ejemplar (acompañado de la «señora» y las criaturas.

Para mis adentros

El camino de regreso lo amenicé intentado digerir esas pinceladas de conversación que aquí he recogido. ¿De qué sirven carreras, másters, posgrados y cursos para aprender sobre marcas y marcas personales? Ciertamente, a este lugareño no le han hecho ninguna falta para tener bien claro estos conceptos, probablemente sin darse cuenta de ello, ¡pero a él que le importa!

¿Cómo se puede confundir un árbol con un castaño? Supongo que el primer ofendido ha sido el castaño, aunque debo suponer que sus varios cientos de años de existencia le habrán dotado de más sabiduría de la que puedo imaginar. Pero para el lugareño también ha sido un error grave. El castaño no es un árbol cualquiera, es un árbol realmente emblemático de la zona, que tiene señas de identidad propias (además de castañas). Una señas que se transmiten a la tierra y a sus gentes. Vamos, que es una marca conocida, reconocida, consolidada y con proyección.

En cuánto al macho cabrío, se pone en evidencia, una vez más, que algunos nos detenemos en lo externo, lo superfluo, y nos olvidamos de la esencia. Algo que para el pastor no pasa desapercibido. Cabra puede ser un genérico para un urbanita pero no para él. O es cabra, o es macho cabrío (también puede utilizarse esa palabra que estás pensando, que la RAE la reconoce). Luzca el pelo de punta o vaya cortado al uno.

Todavía sigo dándole vueltas al encuentro. Y a la rotundidad y la convicción del lugareño. Sin el más mínimo atisbo de duda. Creo que ahora ya me ha quedado más clara la importancia de la marca y de la marca personal. ¿Y a ti?

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¿Por qué hacemos un RT?

Llamadme rara pero yo hago RT cuando leo algo que me interesa y, además, lo entiendo. Claro que mi criterio no es relevante porque soy demasiado nueva en la plaza. Pero en pocos meses, apenas seis en total, de mirar por ahí y de empezar tímidamente a decir algo (bueno, de disparar el tuit), al tiempo que establecía mi propio criterio de conducta, alimentaba las dudas sobre cuáles son los criterios que circulan por el universo social de twitter a la hora de hacer un RT.

Malas costumbres (las mías)

1- RT lo que leo, entiendo y me interesa, incluyendo el enlace correspondiente del tuit

2- RT lo que me hace sonreír

3- RT lo que me sorprende, preferiblemente de manera positiva

Peores costumbres (las mías)

1- En el nº 1 del apartado anterior, el autor del tuit es indiferente. El tuit debe tener valor en sí mismo.

2- En el nº 2 del apartado anterior, doy un vistazo al autor y a sus últimos tuits, no vaya a ser que se trate de una única ocurrencia graciosa, en medio de una maraña de despropósitos y descalificaciones. Ocasionalmente, me salto esta regla y, si me hace sonreír, me hace sonreír y punto.

3- En el nº 3 del apartado anterior aplico el mismo criterio que en el nº 2

Costumbres, ni buenas, ni malas (ajenas)

1- RT a fulanito porque es un gurú y queda bien

2- RT a menganito porque tiene muchos fologüers (me encanta la diéresis @RafaOsuna), a ver si se contagia algo

3- RT un titular sin leer el contenido del enlace que, en ocasiones, bastante frecuentes, dice cosas muy diferentes o, incluso, opuestas a ese atractivo título

Otras costumbre, ni buenas, ni malas (ajenas)

1- RT algo de un tema que no he entendido nada (o casi nada) porque queda pro

2- RT la etiqueta (#hashtag) del día precisamente por eso, porque es del día

3- RT sistemáticamente lo que incluye determinadas etiquetas (tags) porque, para puesto, yo

Ganando amigos (cosas que he observado y que he interpretado a mi manera)

-No hacer RT de algo interesante que has descubierto a través del tuit de otro, irte a la fuente y hacer tu propio tuit con ella como si fueras el mismísimo descubridor de la penicilina (¿cómo vas a hacer RT de algo que no has sido el primero en descubrir?)

-Hacer RT de algo sin comprobar el enlace que, oh casualidad, no funciona

-Hacer RT únicamente de colegas que están a tu nivel, o sea, gurús

-Hacer solo y sistemáticamente RT de quien te cita (¡qué se vea quien corta el bacalao!)

Ganando más amigos

-¿Dios retuitea? Entonces, ¿qué esperas?

Buscando la luz

Hasta aquí mis particulares impresiones e interpretaciones. Ahora algunas dudas existenciales:

-¿Cuántos mensajes deben componer una conversación ocasional a raíz de un tuit? ¿dos, tres, cuatro…? (gracias, gracias a ti, tuits como los tuyos merecen la pena, me gusta cuando encuentro personas y no robots, o gurús, tu retuit me ha alegrado la mañana…)

-¿Y tú por qué haces un RT? ¿Cuáles son tus criterios básicos?

Cuéntamelo, a ver si aprendo (¡de una vez!).

Moc, Moc (dejen paso) Urgente. Justo cuando le iba a dar a Publicar asoma en la cronología (alias timeline) este tuit de TwittBoy / Iván: 

«Los buenos modales en Twitter …algunos consejos para un uso cordial de Twitter», con este enlace. Pero, a esas alturas, no iba a borrar esta entrada, ¿no?

P.D. Gracias a RamonArauzo por la inspiración para escribir esta entrada

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Vida social, existencia 2.0

Que nadie se asuste porque esto no va de crónica rosa. Va de universo 2.0. Si llamamos #SocialTV o televisión social a esto que hacemos ahora de ver la tele tuiteando, o facebookeando, ¿por qué no hablamos de vida social cuando nos interrelacionamos en distintos entornos, aunque sean virtuales?

En eso estoy, así que fruto de un reciente intercambio de tuits con @EduardoPradanos mientras veía la tele tuiteando, se me ocurrió la idea de escribir algo sobre el tema, que acabo de colgar  en reeditor.com y aprovecho este blog para compartirlo con vosotros, esperando que otros lo descubran a través de facebook, o de twitter… ¿Vida social, no?

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Turno de facebook

Facebook. Feisbuc. Fisbu. ¡Cuánto daño te han hecho algunas personas! ¡Y qué grande te han hecho otras! Es el momento del balance y la culpa de todo la tiene facebook. Me refiero a la culpa de que yo anduviera vagando por el 1.0, sin querer asomarme, ni por recomendación, al 2.0.

Me ha costado mucho borrarme de la cabeza -de hecho, no lo he conseguido del todo- la imagen de algunas personas hablando del feisbuc aquí y allá, cual patio de colegio, en el sentido más peyorativo de la expresión. Y eso hace daño. ¿Cómo solucioné el trauma? Con la siguiente fórmula: paro + curso de marketing personal + amigos machacones + vídeo de entrevista a Genis Roca en TV3. ¡Mano de santo!

«No hagas en las redes sociales lo que no harías en la calle». Algo así es lo que viene a decir Genis Roca a la hora de abordar la protección de nuestros datos. ¡Tan simple! ¡Tan contundente! Así que, manos a la obra. Todos los contenidos que incorporo a facebook son públicos, con una pequeña parcela de ámbito restringido pero que no desembocaría en ninguna guerra del mundo mundial si fuera público. Es más, he decidido convertirlo en un pequeño escaparate de mi andadura por esa profesión periodística que, muy a pesar de ella, sigo amando.

Muy lentamente, pero estoy en ello. Ciertamente, me gusta más observar que mostrar (estoy haciendo cursillo acelerado de medios sociales), aprender que enseñar (¡y no doy abasto!)… Y me gusta más escribir que otras muchas cosas.

¿Cómo veo ahora facebook? Como en la bolsa, tambaleándose, ahora sube, ahora baja. Ahora te quieren y te juran amor eterno. Ahora te entierran y escriben tu epitafio. Que es un escaparate es indudable. Un escaparate inmenso y solo con los límites que uno le quiera poner y los que el propio facebook establece. Hoy por hoy, hay que estar. Al menos los que nos dedicamos a la comunicación (desde el lado que sea: los que tienen algo que comunicar, los que lo comunican…). Cuidando bien la imagen que proyectamos. Siempre impecables en espíritu, como si estuviéramos a punto de pisar la alfombra roja (aquí no seáis muy crueles conmigo si os vais a visitar mi facebook, porque ya sé que tengo que cambiar la foto del perfil, que con esa de carné queda pelín chapucero, pero no encuentro el momento). Siendo nosotros mismos. Así no hay trampa ni cartón.

Dudo, luego existo

Aficionada como soy a las dudas existenciales, igual que se habla del tráfico de followers«, imagino que también debe haber tráfico de «me gustas». ¿Cómo, si no, se explica que en España haya más de 15 millones de usuarios de facebook? ¿Usuarios o cuentas? ¿Cuántas cuentas inactivas hay? ¿Cuántos usuarios fantasma hay? No tengo ni idea, vaya, no tengo datos estadísticos contrastados, pero en estos poco más de 100 días que llevo asomando la nariz por facebook ya he encontrado un montón de ejemplos de cuentas que, quizá, se crearon con el propósito de dar/cobrar servicio a alguien (pequeña empresa, negocio local…) y hoy son poco más que una plantilla a medio rellenar y un nombre que no puedes registrar.

De todos modos, a pesar de lo que pueda parecer, facebook «me gusta» cada día más. Pero esa es otra historia que te contaré en breve.

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Teoría de la relatividad: cuando las «marías» del periodismo eran otras

Leyendo hoy un interesante post de Carlos Molina (que descubro gracias a un retuit de @blogocorp) sobre la baja consideración que para algunos, dentro de la profesión, tienen las agencias de comunicación y los gabinetes de prensa, me viene a la cabeza, una vez más, la «teoría de la relatividad«.

Me explicaré. En mi época de estudiante de periodismo (cuando Cristobal Colón iba en pantalón corto), las «marías» de la profesión eran… ¿estáis preparados?… deportes y corazón. Sí, sí. El que no tenía otra cosa, pues eso, a cubrir los deportes en cualquier periódico, radio o televisión y a esperar para dar el salto. Y lo mismo ocurría con corazón. ¿Tienen ahora la misma consideración? Basta con mirar las cabeceras, páginas y minutos que se les dedican en los medios para responder, así que no os voy a entretener con eso.

Más recientemente, parece que ese triste papel de «marías» lo han suplantado las agencias de comunicación y los gabinetes de prensa, a cuyos profesionales, especialmente desde medios de gran difusión, se les mira por encima del hombro (con muchas y notables excepciones). Ciertamente que hay notas de prensa que confunden demasiado la publicidad con la información y que hay empresas que piensan en ellas como la panacea para ahorrarse una pasta en publicidad. Pero también hay trabajos bien hechos que, aún siendo a interés de parte (¿qué no lo es hoy?), aportan información relevante y, por tanto, valor añadido.

Una nota de prensa bien elaborada, con contenido, y con apoyo gráfico y audiovisual, es, sin duda, una buena herramienta de trabajo. Sobre todo para publicaciones especializadas o medios que no «juegan en la champions» y que cuentan con redacciones muy reducidas para salir adelante con sus productos. Porque, tal como están las cosas ahora, se han llegado a las redacciones unipersonales, en las que un único redactor redacta y edita, además de gestionar el trabajo de los colaboradores con los que tenga la suerte de poder contar.

Aunque el debate sería extenso, y los puntos de vista seguramente encontrados (mi aportación es la de alguien que ha trabajado a los dos lados), solo me gustaría añadir una pequeña sugerencia para las agencias de comunicación y los gabinetes de prensa y es que tengan en cuenta a todos los medios (primera y segunda división, regional…) a la hora de difundir sus mensajes y, sobre todo, que tengan en cuenta la realidad de esos medios. Si solo hay una o dos personas al otro lado, cuanto mejor y más completa sea tu nota de prensa más posibilidades tienes de que salga a la luz y unas buenas bases de diálogo sentadas al principio de la relación pueden ahorrar un montón de llamadas de seguimiento que lo único que generan en el receptor es la desazón de hallarse solo ante el peligro.

¿A cuántos no os ha «salvado» una nota de prensa al punto en un momento de desesperación, cambios de última hora y cierre para ayer?

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100 días enredando y con balanceo

Siguiendo con el balance de mis primeros 100 días en redes sociales, ahora le toca el turno a LinkedIn, la plataforma considerada como más profesional y, por eso mismo, la que primero rompió mis particulares recelos de existir, como persona y como marca personal, en las redes.

En honor a la verdad, y por la razón ya apuntada, mi perfil en LinkedIn, bueno, algo parecido a un perfil pero casi sin datos visibles, existe desde algún tiempo que no puedo precisar (la fecha que aparece como de creación no me suena absolutamente de nada, ¡a saber lo que hice!), aunque, ciertamente, son estos 100 días aproximados y algo más los que deben «balancearse» porque se corresponden con el período en el que el perfil tiene contenido y actividad.

Compartir o no compartir datos ha sido una duda existencial que me ha tenido durante tiempo tímidamente asomada a las redes, como simple voyeur, pero sin entrar en ellas. Eso sí, cuando doy el paso de entrar, lo hago «a saco» (prueba/error y lo que haga falta), por lo que esta reciente noticia del robo de tropecientas mil contraseñas de LinkedIn me ha dejado bastante indiferente. Al fin y al cabo no hay nada sobre mi en esa plataforma que no pueda estar colgado en el tablón de anuncios de la plaza de cualquier pueblo.

Puestos ya en situación, vamos con el balanceo. Bueno, palabros a parte, vamos con el balance. ¿Le pongo un me gusta a LinkedIn? Sí y no (vena galaica). Sí, porque soy la primera que, cuando tengo que conocer a alguien profesionalmente, cuando tengo que documentarme sobre alguna persona para una entrevista, etc., lo busco en las redes sociales y esta es la que suele aportar más información o, cuanto menos, de apariencia más creíble.

Ahora bien, ¿sirve para promocionarse en la búsqueda de empleo? Sí y no. Quiero pensar que, en determinados ámbitos profesionales, es la biblia que primero se consulta. Hay opiniones interesantes en esta linea, como la de Antonio García Martín. Y que los expertos en recruitmet (¿por qué le llaman reclutamiento cuando  lo trasladan a nuestra lengua?, ¿es que buscan gente para ir a la mili? Contratación o selección quedarían divinamente, ¡arrr!).

Desde luego, en el universo del periodismo y la comunicación, con un censo estimado de 6.000 7.000 periodistas en paro y una lista interminable de medios que han cerrado, cierran o están a punto de hacerlo, mientras subsisten a base de EREs y tijeretazos varios sobre las cabezas de sus plantillas, tengo yo mis dudas. Gente buena en la calle (entre la que me incluyo, la modestia aquí no toca, ni falsa, ni verdadera) hay mucha. Gente muy buena, también la hay. Y mediocre, malilla, mala a rabiar o todavía por hacer. Lo que quizá no hay son suficientes puestos de trabajo como para absorber a los que más que parados ya parecen, parecemos, excedentes.

Por tanto, ¿qué utilidad puede tener LinkedIn periodísticamente (=contratando periodistas) hablando? Ninguna. Y estoy dispuesta a rectificar ante quien me demuestre lo contrario. Especialmente si lo hace en primera persona (la mía). Pero más me suena a milagro que a fuerza o eficiencia de la plataforma.

Donde sí le otorgo una puntuación muy positiva a LinkedIn es en la capacidad de generar relación. Relación entre conocidos y afines. Entre colegas… Tú eliges quién y por qué. Personalmente, puedo asegurar con rotundidad que algunas de las cosas más interesantes que he aprendido sobre redes sociales ha sido a través de contenidos compartidos en esta plataforma. Y la otra parte, no menos importante, ha sido, hay que decirlo, a través de Twitter. Bueno, de personas muy interesantes a las que sigo en Twitter porque aportan contenidos interesantes.

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100 días en las redes sociales

100 días en las redes sociales. 100 seguidores. 160 y tantos siguiendos. Más de 200 tuits… Emulando a presidentes de gobierno, o a entrenadores de la mejor liga del mundo (eslogan con el que se conoce la competición de fútbol de primera división en España), es la hora de hacer balance.

100 días en los que el aprendizaje ha ido acompañado del clásico prueba/error, con la conclusión de que todavía queda mucho por aprender. Pero sí son suficientes para ir tomando perspectiva sobre lo que ocurre en las redes y cuáles son las plataformas que más me han enganchado. Aquí van algunas confesiones (en este episodio Twitter):

Twitter me ha enganchado. Lo confieso. Me seduce su inmediatez, la cantidad de contenidos de interés que se pueden intercambiar a partir de a penas 140 caracteres… También me ha seducido su sentido del humor, su visión crítica, su amiguismo y coleguismo -dicho en el buen sentido-, algunos derroches de creatividad, notables dosis de surrealismo y absurdidad, su solidaridad…

Y, a pesar de todo, me seduce también su particular feria de las vanidades«¡Mira cuánto sé! ¡Y cuántos seguidores tengo, dentro de poco tendré que abreviarlos en letras porque no me cabrán tantos ceros! Además, no pierdo el tiempo siguiendo a demasiados porque…  Y, por supuesto, tengo tangas cosas que decir que necesito más de una app para poder publicar mis tuits mientras voy derrochando mis conocimientos por esas mundos (presenciales y vía streaming)».

Reflexionando en voz alta: como tengo bastante tiempo libre (ventajas del desempleo), me paso unos ratos, en sesiones de mañana, mediodía y tarde (aunque no siempre) mirando lo que tuitea «mi gente». ¡Y no me da tiempo de leer todos los tuits! ¡Ni de ver todos los enlaces que acompañan! ¡Y, mucho menos, de leer esos enlaces! Después, claro, ¡no me queda tiempo para crear mis propios tuits que estén en consonancia con los que he leído! Así que solo me resta el consuelo de ir retuiteando algunas de las cosillas que me ha dado tiempo a leer y me han parecido interesantes.

Ahora me pregunto, también en voz alta, ¿cuántas vidas necesitaría al día para poder leer todas las cosas interesantes que publican esas 160 y tantas personas que me han seducido para que las siga? ¿Qué pasará cuando salga a dar vueltas y me tropiece con otro montón de gente que es imperdonable que no haya empezado a seguir antes? ¿Cuántas vidas más necesitaré?

Y aquí es donde ya no entiendo nada. ¿Cómo se lo montan los que siguen a 500? ¿O a 1.000? ¿O a tropecientos más? ¿También están en paro y se pasan el día leyendo? ¿Tienen vidas ocultas? ¿Tienen más neuronas y las utilizan todas a la vez?¿Tienes apps que leen los tuits por ellos? ¿O les importa un carajo lo que digan los demás y solo les interesan ellos mismos?

Si alguien tiene respuestas que pongan un poco de luz a este sinvivir que no dude en dejarlas aquí a modo de comentarios. Prometo leerlos todos. Aunque sean más de uno.

(En próximos episodios, más chula que nadie, haré mi particular balance de mi estancia en otras plataformas de redes sociales).

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